Lisbon Story

Ruta por la Naturaleza

A los más aventureros les va a encantar.

Acerca de esta ruta

Introducción


Playa y Campo (Sin Salir de la Ciudad)
Lisboa no solo se destaca por su luz única e inconfundible. Rodeada de naturaleza, ya sea por mar o por tierra, la ciudad se revela como una de las más completas del mundo.


En Mafra, más precisamente en la Tapada Nacional de Mafra (TNM), se encuentra una inesperada diversidad de hábitats, desde bosques y pastos a matorrales y líneas de agua, que permiten la existencia de un gran número de especies animales.

En la Serra de Sintra, cuya orla marítima constituye una zona de gran interés ecológico y cultural, la diversidad es notable. Desde rutas pedestres y viales, hasta la presencia de palacios y castillos que cuentan historias, pasando por las inmensas actividades marítimas, es un verdadero oasis para los que vibran con la madre naturaleza.

Sintra y toda su envolvente es Patrimonio de la Humanidad. El Parque e Palácio de Monserrate, uno de los más ricos jardines botánicos portugueses y una de las más bellas creaciones paisajísticas del Romanticismo en Portugal, merecen cada minuto de contemplación.

Un poco más en dirección a la costa litoral está Cascais, con su cordón de dunas y una de las playas más emblemáticas para la práctica de deportes a vela, o para quien simplemente aprecia una playa salvaje: Guincho.

Algo más al sur, continuamos persiguiendo al océano. Entre el azul del mar y el verde de la sierra, el Parque Natural da Serra da Arrábida es un lugar excelente para poner a prueba la preparación física de sus visitantes.

Como una muralla verde a pique sobre el Atlántico, la Serra da Arrábida abriga pequeñas ensenadas de arena blanca casi desprovistas de olas, a pesar de encontrarse a las puertas del Océano.

Lejos de la sierra y más cerca del mar está Portinho da Arrábida, que se revela como un buen lugar para la práctica del submarinismo, con su fauna y flora únicas. Para quien no quiere perder el paso cuando el tema es adquirir nuevos conocimientos, el Museu Oceanográfico, instalado en la Fortaleza de Santa Maria da Arrábida, promete responder a muchas cuestiones relacionadas con el mar y la sierra.

Las investidas a algunas de las playas más bellas del país (y de Europa) continúan con los Galápos, los Galapinhos y con la escondida Praia dos Coelhos o da Figueirinha, una de las playas más frecuentadas.

También existe la posibilidad de contemplar apenas la belleza de la naturaleza, sin cualquier tipo de acción sobre ella. Los miradores de Antenas, Santa o Arremula o de los Conventos, prometen vistas de ensueño.

Frente a la zona oriental de Lisboa se sitúa la Reserva Natural do Estuário do Tejo, conocida como “Mar da Palha”. Es el humedal más extenso del país y uno de los diez más importantes de Europa. Este estatuto le fue atribuido para protección de las aves acuáticas migratorias que aquí se concentran. En las épocas de paso, el Estuario llega a acoger más de 120.000 aves. Esta Reserva se extiende hasta Vila Franca de Xira, alcanzando una zona de marjales donde se crían toros y caballos. Otras actividades tradicionales, hoy en declive, dejaron vestigios de su presencia, como las Salinas do Samouco y Moinhos de Marés en Seixal, actualmente transformados en eco-museos.

Al sur del puente sobre el Tajo destaca la Paisagem Protegida da Arriba Fóssil da Costa da Caparica (PPAFCC), que se extiende a lo largo de la orla litoral, desde el aglomerado de la Costa da Caparica hasta la Lagoa de Albufeira, en territorio perteneciente a los concejos de Almada y Sesimbra.

Más al sur, la Reserva Natural do Estuário do Sado sugiere otros atractivos. Ya sean los delfines, o las más de 250 especies que se avistan en aquella zona. El Moinho de Maré da Mourisca es uno de los mejores sitios para estos avistamientos.

Lisboa se revela como un lugar cuyo interés va más allá de lo que una ciudad tiene para ofrecer. Playa o campo, grandes montañas o tierras bajas, cuando el tema es una vasta oferta de turismo, el cielo de Lisboa (y sus alrededores) es mismo el límite.


Ruta de la Tierra


Hay mucho que desbravar cuando se trata de la tierra. Y quien dice tierra dice montaña o sierra, matorral o llanura. Quien dice tierra, dice animales que todavía la habitan, dice plantas que sobreviven a la modernización desenfrenada del planeta. Por suerte, como dirías en España, que las hay, las hay”.


En Mafra, más precisamente en Tapada Nacional de Mafra (TNM), se encuentra una inesperada diversidad de hábitats, desde bosques y pastos a matorrales y líneas de agua, que permiten la existencia de un gran número de especies animales. A esta diversidad específica se une el elevado valor de conservación de algunas, como por ejemplo, el águila de Bonelli (Hieraaetus fasciatus) y el búho real (Bubo bubo).

De Mafra a la Serra de Sintra es un salto. Por esta Sierra mágica y encantada -cuya orla marítima constituye una zona de gran interés ecológico y cultural- la diversidad es notable. Desde rutas pedestres y viales, hasta la presencia de palacios y castillos que cuentan historias, la Serra de Sintra es un verdadero oasis para los que vibran con la madre naturaleza.

Por aquellos pagos podemos explorar especies variadas de árboles, arbustos, flores y hasta bichos más simpáticos. Sintra, y su envolvente, es Patrimonio de la Humanidad. El Parque e Palácio de Monserrate, uno de los más ricos jardines botánicos portugueses y una de las más bellas creaciones paisajísticas del Romanticismo en Portugal, merecen cada minuto de contemplación.

Entre el azul del mar y el verde de la sierra que aquí destacamos, el Parque Natural da Serra da Arrábida es un lugar excelente para poner a prueba la preparación física de sus visitantes.

Las carreras de orientación o en bicicleta son una buena sugerencia para conocer este ejemplo de pura vegetación mediterránea. Se puede escoger el nivel de dificultad más adecuado e incluso nocturnos.

Para los aventureros, los desafíos de la Serra da Arrábida son más que muchos: desde los más radicales, con actividades que engloban Coasteering, Piragüismo, Trekking, Tours 4x4, Submarinismo, Snorkeling, Espeleología, a los más pacíficos, con la observación de delfines o apenas tours en barco.

Más adelante, la Reserva Natural do Tejo, que se extiende hasta Vila Franca de Xira, alcanza una zona de marjales donde se crían toros y caballos. La Reserva puede visitarse andando, en bicicleta o en coche, siguiendo las rutas propuestas. Para quien desee una perspectiva diferente, se puede navegar en embarcaciones típicas como las fragatas y los varinos.

Con el mismo peso en cuanto a belleza, la Reserva Natural do Estuário do Sado propone otros atractivos. Desde los delfines, que acompañan la navegación en barco, a las más de 250 especies que se pueden avistar en aquella zona. El Moinho de Maré da Mourisca es uno de los mejores lugares para hacerlo.


Salir del centro de la ciudad y partir al descubrimiento de la naturaleza terrestre hace bien a la salud. El corazón lo agradece, el alma también. Y al final, se encuentra a la vuelta de la esquina.


Ruta del Mar


Un día, podremos no llegar a hacer la mar de programas que incluyan el mar propiamente dicho… (y valga la redundancia).

 

Sintra es un buen sitio para iniciar la investida. En la Serra de Sintra, cuya orla marítima constituye una zona de gran interés ecológico y cultural, la diversidad es notable. Praia Grande, Praia das Maças o Azenhas do Mar prometen satisfacer por completo a quien las visita — aunque sea por la grandeza del mar que, por norma, las caracteriza.

Un poco más en dirección a la costa litoral está Cascais, con su cordón de dunas y una de las playas más emblemáticas para la práctica de deportes a vela (o para quien simplemente aprecia una playa más salvaje — y más ventosa): Guincho.

Algo más al sur, continuamos persiguiendo al océano con niveles de exigencia cada vez más elevados, si no fuera porque la zona de Arrábida es de cortar la respiración.

Como una muralla verde a pique sobre el Atlántico, la Serra da Arrábida abriga pequeñas ensenadas de arena blanca casi desprovistas de olas, a pesar de encontrarse a las puertas del Océano.

Un recorrido que empiece en Portinho da Arrábida, empieza bien. Lugar perfecto para el submarinismo, revela una fauna y flora únicas. Para quien no quiere perder el paso cuando el tema es adquirir nuevos conocimientos, el Museu Oceanográfico, instalado en la Fortaleza de Santa Maria da Arrábida, promete responder a muchas cuestiones relacionadas con el mar y la sierra.

Nuestras investidas a algunas de las playas más bellas del país (y de Europa, como ya ha sido sobradamente reconocido) continúan en los Galápos, los Galapinhos y la escondida Praia dos Coelhos o da Figueirinha.

Frente a la zona oriental de Lisboa figura la bellísima Reserva Natural do Estuário do Tejo, cuya inmensidad le valió el alias de “Mar da Palha”. Es la zona húmeda más extensa del país y una de las diez más importantes de Europa. Este estatuto le fue atribuido para la protección de las aves acuáticas migratorias que por aquí pasan. En esas épocas, el Estuario llega a acoger más de 120.000 aves entre las que destacan las avocetas en grandes concentraciones, ya que aquí se puede encontrar más del 20% de la población de Europa occidental.

La belleza se mantiene al sur del puente sobre el Tajo. A destacar Paisagem Protegida da Arriba Fóssil da Costa da Caparica (PPAFCC) que se extiende a lo largo de la orla litoral, desde el aglomerado de la Costa da Caparica — cuya elección es difícil dado lo diversificado de su oferta — hasta la laguna de Albufeira.

Todavía más al sur, nos deparamos con el asombroso Estuário do Sado. La Reserva Natural do Estuário do Sado tiene otros atractivos: como es el caso de los delfines, que acompañan a quien navega en barco, o de las más de 250 especies que pueden ser avistadas en esa zona. Moinho de Maré da Mourisca es uno de los lugares privilegiados para estos avistamientos.

De los mares bravos de Sintra hasta el paraíso recogido de la zona de Arrábida, Lisboa ofrece innumerables playas y áreas marítimas que se acomodan a los deseos de los más exigentes amantes del elemento acuático. Bucear para creer.


Lisbon Story

Ruta del Barroco