This content is hosted by YouTube, and you did not accepted our functional cookies, you can change your cookie settings and allow functional cookies in order to see this content.

Cookie Settings

Ruta de Fado

Visite los barrios típicos del Fado y descubra lugares inolvidables.

Café Luso

Restaurante

Este lugar está minado de historia del fado. Fue aquí donde Alfredo Marceneiro recibió, en 1947, la distinción de Rey del Fado y Amália Rodrigues grabó, en 1992, un álbum en directo que tituló «Amália no Café Luso». Fundado en 1927, el «Café Luso», en la Avenida da Liberdade, vive desde 1940 en el corazón el Barrio Alto.

Mirador de San Pedro de Alcântara

Mirador

Ofrece a los visitantes una de las vistas más imperdibles sobre el barrio de Baixa de Lisboa. Está formado por dos terrazas conectadas por escaleras de piedra. La primera está arbolada, en la cual podemos admirar un panel de azulejos que reproduce la vista que desde allí se aprecia, y una bonita fuente, en el centro. El nivel inferior presenta canteros geométricos y bustos de dioses y héroes portugueses del periodo de los descubrimientos.

Restaurante Adega Machado

Restaurante

Fundada en 1937 por Armando Machado, violinista y compositor, y por la cantadora Maria de Lourdes, su mujer, la Adega Machado es uno de los mayores bastiones del fado en el Barrio Alto. Amália, Maria da Fé y Mariza son algunos de los grandes fadistas que actuaron allí y en la amplia galería de clientes ilustres constan los nombres de Kirk Douglas y la actriz brasileña Sónia Braga.

Mirador de Chão do Loureiro

Mirador

Situado en la frontera entre Mouraria y el barrio del Castillo, este mirador se encuentra encima de un edificio que, en otros tiempos, funcionó como mercado. Desde allí se puede contemplar la zona Baixa de Lisboa y el Tajo. Se puede tomar una copa o incluso una comida completa allí mismo, pues dispone de restaurante.

Club de Fado

Restaurante

Mário Pacheco, el consagrado guitarrista y compositor, convirtió este espacio en una referencia para los aficionados al fado. Lo llamó club, para sugerir que allí se cultiva la elegancia y el convivio. El comedor tiene un techo ojival, columnas de piedra y un pozo morisco. Por esas paredes centenarias, todas las noches resuena el Trio de Guitarras de Mário Pacheco y, cómo no, el fado.