Ruta de Saramago

Joven mujer del pueblo; tiene la capacidad de ver a las personas por dentro y percibir sus voluntades.

Afirma el narrador que estos poderes excepcionales, la heroína de “Memorial del convento” los ganó en la barriga de su madre, donde estuvo todo el tiempo de ojos abiertos.

Conoció a Baltasar en un auto de fe y allí nació un amor para toda la vida.

Fue abandonado por el ejército durante la Guerra de Sucesión al perder la mano izquierda.

Conoció a Blimunda cuando llegó a Lisboa y fue un amor a primera vista. Hombre simple, fiel y tierno, acepta lo que la vida le ofrece con la resignación de los humildes. Muere quemado en un auto de fe.

Presentado como un personaje de caricatura, sobre todo cuando se describen sus facetas menos dignas; representa el poder absoluto, en el ejercicio del cual los fines justifican los medios. Es bajo sus órdenes que se inicia el proyecto megalómano de la construcción del convento de Mafra, con la excusa de que esta obra sea una promesa hecha al clero para garantizar la sucesión del trono.

Es una mujer de su tiempo: se casó por conveniencia con D. Juan V y, en esa unión sin amor, su único medio de afirmación es la maternidad. Por eso, vive obsesionada con su fertilidad y cuando se queda embarazada, pasadas largas y ansiosas novenas, llega a juzgarse embarazada de Dios. Tiene pensamientos pecaminosos con su cuñado, lo que la hace sentir culpable y doblar sus interminables rezos.

Descendiente de cristianos nuevos, fue perseguida y condenada por la Inquisición.

Acusada de blasfemias y herejías, la llevaron a un auto de fe, en Rossio, para ser azotada y después deportada a Angola. Se despide, entonces, de su hija Blimunda, pero por telepatía, para no avergonzarla en público. Mediante ella, llega a conocer a Baltasar.